Callos - Durezas - Ojos de gallo

Las callosidades e hiperqueratosis son áreas donde la piel se engrosa como respuesta a la fricción o presión excesiva sobre prominencias óseas. Estas alteraciones son muy comunes en el pie y suelen desarrollarse en la planta del pie y encima de los dedos. También pueden aparecer en la parte posterior de los talones y entre los dedos, conocidos comúnmente como «ojos de gallo». Los callos, las durezas y los ojos de gallo pueden tratarse eficazmente mediante la metodología adecuada y con la ayuda de un buen podólogo.
Estas callosidades son una respuesta normal del organismo ante la fricción o presión excesiva. En muchas ocasiones, están asociadas con una proyección ósea o un «pico» que ha crecido anormalmente en los huesos de los dedos.
Hiperqueratosis en la planta del pie.
La formación de hiperqueratosis en la planta del pie es más común en la zona metatarsal. Esta área soporta una gran carga debido a los huesos largos del pie, llamados metatarsianos. Si uno o varios de estos huesos presentan una desviación de su estructura normal, se genera una mayor presión en esa zona y la piel reacciona formando una callosidad difusa. A veces, esta hiperqueratosis puede presentar un núcleo central muy doloroso. A medida que el grosor de la callosidad aumenta, estas áreas se vuelven muy dolorosas.
Los pacientes diabéticos tienen un mayor riesgo de perforar o romper la piel en esta zona, lo que puede llevar a heridas o úlceras que posteriormente pueden infectarse. Los pacientes diabéticos nunca deben usar remedios caseros y deben buscar la atención de un podólogo para su tratamiento.
Tratamiento.
Existen diversos tratamientos para las hiperqueratosis. La primera opción es la deslaminación de la lesión por parte del podólogo profesional. Además, en el mercado existen cremas o preparados comerciales que contienen ácidos para «eliminar» la callosidad. Estos productos deben utilizarse con precaución, ya que un uso incorrecto puede provocar una quemadura química en la piel.
Sin embargo, todos estos tratamientos alivian el dolor de forma temporal, ya que la presión aumentada no disminuye y, con el tiempo, la hiperqueratosis vuelve a aparecer. Los tratamientos más definitivos incluyen el uso de plantillas específicas diseñadas para cada caso, con el objetivo de evitar el aumento de presión en las áreas más cargadas de la planta del pie. En ciertos casos, puede ser recomendable el tratamiento quirúrgico mediante una operación que tenga como objetivo corregir la mala alineación del hueso afectado. De esta manera, tratamos las callosidades, durezas y ojos de gallo de manera meticulosa y profesional.
Callosidades y «Ojos de Gallo» en los Dedos.
La presencia de callos y ojos de gallo en los dedos es una causa común de dolor en la población. Estas alteraciones aparecen como consecuencia de la fricción o presión aumentada entre los huesos de los dedos y el calzado. Con frecuencia, se asocian con deformidades en los dedos, como el «dedo en garra» o el «dedo en martillo», que generan roce del dedo con el calzado. En otros casos, debido a esta presión anormal, los huesos de los dedos crecen de manera anormal, formando «picos» o «espolones» que causan callos y ojos de gallo entre los dedos.
Tratamiento.
El tratamiento de estas lesiones se dirige en dos direcciones. Por un lado, el tratamiento sintomático o paliativo consiste en evitar la presión sobre la callosidad mediante el uso de dispositivos de silicona u otros tipos de almohadillados que deben ser adaptados por el podólogo. Esto suele ir acompañado de la extracción periódica de la callosidad. Estos tratamientos son sintomáticos y, en la mayoría de los casos, proporcionan un alivio temporal de los síntomas.
Por otro lado, el tratamiento definitivo consiste en eliminar el «pico óseo» o corregir la deformidad del dedo mediante una operación. Esta intervención se puede realizar con anestesia local y en régimen ambulatorio, sin necesidad de hospitalización. Por lo tanto, tratamos las callosidades, durezas y ojos de gallo de manera meticulosa y profesional.
Es importante asegurarse de que el calzado se ajuste correctamente y estirar regularmente los músculos de la parte posterior de la pierna. Si las uñas de los pies se vuelven negras o se desprenden, es fundamental consultar a un podólogo. Si estas lesiones en las uñas no se tratan adecuadamente, pueden provocar infecciones fúngicas, uñas encarnadas o un crecimiento anormal de las uñas.